Entrevista a Javier Velasco García
¿Qué te motivo acercarte al Derecho de las Nuevas Tecnologías?
Desde que tengo uso de razón, he estado interesado en las Nuevas Tecnologías. De hecho, se puede decir que, aunque el término “nativo digital” se aplica a los más jóvenes, desde que tengo uso de razón estoy interesado en las Nuevas Tecnologías. Mi primer ordenador fue un Amstrad CPC 464, y me pasaba las horas delante de él. Este interés en conjunción con mi otra gran pasión, el Derecho, es lo que me empujó a especializarme en el Derecho de las Nuevas Tecnologías.
¿En qué área de este Derecho te has especializado más?
Si bien el Derecho Audiovisual y el Derecho de Protección de Datos ha marcado una gran parte de mi carrera profesional, no me gusta ceñirme a una materia en concreta. Creo que el Derecho de las Nuevas Tecnologías (o Derecho Digital, o Derecho de las TIC, o como queramos llamarlo…), es lo suficientemente variado y rico como para que un profesional de este campo se centre en sólo uno de sus aspectos.
Personalmente además, encuentro fascinante poder abordar temas distintos cada cierto tiempo. Protección de datos, propiedad intelectual e industrial, nombres de dominio, derecho al olvido, publicidad y legal marketing, son ejemplos de materias que enriquecen sin duda el know-how de un abogado TIC.
¿Cómo ves el presente y futuro del Derecho de las Nuevas Tecnologías?
Las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC) envuelven nuestras vidas de modo absoluto. Las comunicaciones móviles, las redes sociales, la descomunal Internet, la venta on-line, son sólo algunos ejemplos de cómo las nuevas tecnologías afectan a la vida de las personas.
Como ya sabemos, la función principal del Derecho es regular las relaciones entre las personas y la vida en comunidad. Y si las nuevas tecnologías se vuelven omnipresentes, el Derecho deberá proseguir en su adaptación a ellas, de forma inexorable.
¿Crees que los abogados (de cualquier rama) aprovechan el uso de las Nuevas Tecnologías para el ejercicio de su profesión?
Todos los compañeros que conozco utilizan el correo electrónico para comunicarse con clientes, procuradores, otros compañeros, etc. Y cada vez se hace más patente la idea de que si no estás en Internet, no existes. Actualmente, pienso que cualquier despacho, por pequeño y localizado que sea, debe tener una mínima presencia en Internet, siquiera un sencillo sitio web.; pero en ningún modo es necesario estar en todas las redes sociales ni colmar a todos nuestros seguidores de tweets.
No obstante, creo que aún existe una cierta brecha digital que sigue afectando al sector más veterano de los profesionales del Derecho, aunque incluso ellos se están adaptando, por las imperantes necesidades del mercado.
¿Cómo crees que cambiará el ejercicio de la Abogacía en un futuro inmediato?
La abogacía ya ha cambiado. El ejemplo más cercano es LexNET, el sistema de gestión de notificaciones telemáticas desde los juzgados a los profesionales de la justicia (abogados y procuradores). Aunque este sistema tiene algunas carencias (aún no es posible llevar absolutamente todo el procedimiento por la vía telemática), es el camino a seguir.
Por su parte, la abogacía como servicio profesional también ha cambiado en el marco de las Nuevas Tecnologías. Desde servicios jurídicos prestados on-line hasta videoconferencias abogado-cliente. Y no hablemos de la gestión documental de los despachos a través de los servicios Cloud.
No obstante, desde mi punto de vista no hay nada como la calidez del trato personal en el despacho o in company. Ahí es donde verdaderamente el abogado saca a relucir su honradez, capacidad de escuchar al cliente, y de proponer las soluciones adecuadas. Estoy seguro de que esto no cambiará. Aunque eso sí, nos ayudaremos de los avances tecnológicos para que nuestros clientes se sientan cada vez más cerca del profesional, y más cerca de sus metas, sean estas cuales sean.